Antes de comentar la historia de Paul Gauguin, un pequeño apunte sobre la acuarela: en las sombras he experimentado con dos colores: siena natural y azul prusia. Casi siempre los había usado muy aguados, dando lugar a una especie de verde muy interesante. Al ponerlos hoy casi empastados, han dado lugar a un negro muy, muy bonito (véase el bigote, etc... del amigo Gauguin). Habrá que seguir experimentando...
En la última entrada hablaba de un cuadro de Paul Gauguin, quizás el habitante más famoso de las islas que tanto frecuentaron los expedicionarios de los que hablaba recientemente James Cook y La Perouse.
Paul Gauguin es famoso por dos cosas: por sus cuadros de hatitianas, y por haber sido compañero de Van Gogh durante una corta temporada, que acabó como el Rosario de la Aurora.
Gauguin nació en París en 1848 aunque muy pequeñito se trasladó a Perú donde vivió seis años, pues su madre tenía familia en Lima. Siempre recordaba con nostalgia esos años, y hablaba de visitar España, cuna de sus antepasados.
Inicialmente no tuvo gran interés en la pintura: se dedicó a trabajar como marino mercante y de guerra, recorriendo gran parte del globo, y posteriormente como buen burgués trabajó de agente de bolsa en París, casándose y teniendo cinco hijos. Es entonces, ya entrado en la treintena cuando se aficiona a la pintura, primero como coleccionista y luego como pintor. De hecho, pasa a estar tan obsesionado por la pintura que abandona todas las comodidades, familia y trabajo, para dedicarse en exclusiva a ella.
En 1886, pobre como una rata, se marcha al pueblo Pont Aven, donde se encuentra con una comunidad bastante grande de artistas, entre los que se encuentran Van Gogh, y Emile Bemard que será su gran amistad en la pintura. Intenta pintar "como los niños" como hacía entonces Rousseau con su naïf, pero de una forma más realista. En 1887 se marcha a Panamá con Laval a trabajar en la construcción del Canal de Panamá, donde enferma gravemente. Recala en la Martinica, donde empieza a pintar en el que será su estilo más reconocido llamado sintetismo (el pintor busca plasmar lo que guarda su memoria de un hecho real, pasado por el filtro de su personalidad y eliminando los detalles superfluos), neoimpresionista y de gran impacto en los fauvistas y los Nabis.
Vuelve a París ese mismo año, donde conoce a Theo Van Gogh y a su hermano Vincent. Theo hace de marchante de Gauguin, dándole cierto respiro económico, y Vincent propone que pasen juntos las Navidades en su casa de Arles para crear juntos. La convivencia es difícil (Van Gogh tenía problemas psíquicos, pero Gauguin debía ser un puñetero de mucho cuidado, criticando continuamente la obra de Vicent y su personalidad). Tras dos meses de continuas discusiones, personales y artísticas, tienen una pelea en el curso de la cual Van Gogh echa mano de una navaja de afeitar y acaba rebanándose el lóbulo de la oreja (no TODA la oreja, como mucha gente cree). La pelea tenía un origen más mundano: los dos estaban enamorados de la misma prostituta, por lo que la pintura no tuvo nada que ver. En 2009 surgió una nueva tesis: fue el propio Gauguin el que le cortó un trozo de oreja con su sable a Van Gogh, variando luego ambos la versión de lo ocurrido para no meterse en líos.
Gauguin escapa a París después de este episodio, pero se encuentra sin un euro en el bolsillo. Participa en una exposición "Impresionista y Sintetista" que es un gran fracaso. No vende ni un cuadro de todo lo que pinta, así que monta una subasta con los cuadros que le quedan para poder pagar un pasaje a Tahití. No se vende mal, e incluso Degás compra una de sus obras.
Se embarca así en 1891 hacia Tahití, paraíso terrenal ya colonizado por los franceses, que han extendido sus enfermedades y prostituido la bonhomía de sus habitantes. Gauguin hace que salga a recibirlo el embajador francés en Papetee como si en vez de un hombre arruinado y enfermo fuera un enviado del Gobierno Francés (ya digo que era un poco puñetero), y tras una primera época en la que actúa como un colono más (llega a decir: "estos tahitianos son mansos hasta la necedad") poco a poco el espíritu nativo cala en él.
Se deja querer por las cariñosas polinesias ("cada noche encuentro una muchacha diferente en mi cama, como poseídas por el demonio") y se echa una novia de 14 años (Annah) que lo acompañará a París en su siguiente vuelta a la metrópoli. Dedica todo su tiempo a pintar y a tratar de rescatar parte del legado cultural polinesio: hace una serie de esculturas en madera de los dioses tahitianos, de las que pocas sobrevivirán al pintor. Pero su vida no es ningún paraíso: además de la sífilis que le pegaron las amables indígenas, sufre una enfermedad en los ojos, además de diarreas y vómitos de sangre. Escribe al Gobierno Francés pidiendo su repatriación, que le es concedida.
Vuelve así a París en 1892, y la fortuna parece sonreírle: una exposición en Copenhague es un éxito, recibe una herencia de su tío Isidoro que le permite una vida desahogada, y su salud empieza a mejorar gracias a los hospitales parisinos. Sin embargo, tras dos años de recuperación, vuelve a dirigirse a la Polinesia, con un tobillo roto tras una pelea con marineros bretones (a sus años...) y habiendo pintado algunos cuadros con motivos tahitianos en su estudio parisiense.
En vez de quedarse en Papetee, se dirige a un pequeño pueblo del interior, donde sigue pintando. La buena racha se pasa: a su sífilis se une un alcoholismo galopante, y la bancarrota total. Incluso se permite rechazar una subvención francesa por considerarlo "una limosna" (lo que hablaba el otro día del artista y lo invendible). Además, las chicas polinesias ya no le dedican sus favores, pues es un hombre irascible y enfermo. Ésta última parece la razón de su migración a las Islas Marquesas en 1901: recuperar el favor de las chicas bonitas yendo a territorios nuevos. Los seguidores de Gauguin hablan de su "búsqueda de nueva inspiración" en los paisajes de las Marquesas.
Sea cual fuere la razón, Paul empieza a tener ganas de volver a su Europa natal: su salud se ha deteriorado tremendamente, casi no tiene fuerzas para pintar, una de sus hijas "europeas" ha muerto (ha tenido otra con Pau'ura, una joven de la isla), y se siente solo en esa tierra. Por si fuera poco, contrae la lepra (parece que el hombre atraía las enfermedades) e intenta suicidarse. Nunca volverá, pues el 8 de mayo de 1903 muere en Atuona con 55 años.
Gauguin dijo algo que reformularía después Picasso: "El arte es un plagio o una revolución".
Acuarela sobre Fabriano 12x18,5cm.
Me gusta muchísimo la acuarela, Tayete, en la cual resalto el efecto de la mirada que, aun sin brillo de luz alguna, que suele facilitar la expresión en los ojos, queda manifiesta la profundidad de la misma.
ResponderEliminarGracias por compartirla y gracias por toda la explicación sobre este genio del arte.
Un abrazo
Muchas gracias, Anais. Uno tarda tiempo en darse cuenta de que no es necesario pintarlo TODO para mostrarlo. Así que los ojos la mayoría de las veces quedan escondidos, y así debemos mostrarlos.
ResponderEliminarEl retrato es magnífico y el artículo muy interesante.
ResponderEliminarBonita acuarela Tayete. Me gusta el aire que das a la izquierda del protagonista para acompañar su mirada.
ResponderEliminarUn abrazo