martes, 27 de septiembre de 2011

Acuarela diaria - La Perouse

En una entrada anterior os hablaba de cómo las hormigas acudían a comerse mi acrílico al igual que le había sucedido 300 años antes al ilustrador de La Perouse, célebre descubridor y cartógrafo francés. Este hombre, equivalente a los fotógrafos del National Geographic actuales, se quejaba amargamente de que las moscas acudían a comerse el gouache y no le dejaban trabajar. ¡Y es que el gouache es tan rico, con ese sabor dulzón y ese olor maravilloso!

Jean FranÇois de la Pérouse nació en 1741 en Albi (Francia), y como era tradición en aquella época entró desde muy jovencito como guardamarina  en un navío de guerra, participando desde ese momento en algunas escaramuzas con naves inglesas (nos encontramos en pleno apogeo de la guerra de los Siete Años). A los 18 años es hecho prisionero por los británicos del famoso Hawke en la batalla de los Cardenales en Quiberon (Bretaña francesa).

Tras ser liberado participa en distintas acciones guerreras ascendiendo gradualmente en la jerarquía naval. Pronto tendrá el mando de su propio velero tras distintas batallas en la Guerra de Independencia americana, pues Luis XVI se fija en ese oficial que es gran navegante y valiente guerrero a la vez.

Por ello, poco tarda el monarca en dejarse convencer por su ministro de marina, el mariscal Castries, para dejarle liderar una expedición destinada a entrar en la historia de la navegación. Con objetivos muy ambiciosos, tanto políticos, como científicos, pues debía "descubrir todas las tierras que escaparon al capitán Cook". Esta expedición, formada por las naves L'Astrolabe (el Astrolabio) y La Bussoule (la Brújula) debía partir en 1785 y durar cuatro años, y dando la vuelta al globo partiendo de Brest, identificar y tomar posesión para Francia de cuanto territorio hallasen.

Los ingleses dieron vía libre a la expedición, a pesar de encontrarse aún en guerra con Francia, pues La Perouse era respetado también entre los británicos por sus actos de humanidad durante la Guerra de Independencia Americana, respetando las posesiones de los ingleses huidos. Incluso se le regalaron dos brújulas utilizadas ocho años antes por Cook, a las que La Perouse veneraba.

La leyenda dice que había más voluntarios que puestos libres en la expedición, por lo que el ingreso fue filtrado rigurosamente, siendo uno de los eliminados un joven oficial de artillería llamado Napoleón Bonaparte. No he podido contrastarlo debidamente...

Una vez zarpado de Brest y pasado el Cabo de Hornos, se bordeó todo el continente americano, navegó por Japón y todo el Pacífico, sucediendo diversas desgacias: las olas volcaron varios botes en Alaska ahogando a varios marineros, los indígenas de las islas Tuitula (Samoa) atacaron a los que desembarcaban acabando con una docena de oficiales y tripulación... hasta que ocurrió la gran desgracia (que acabó de inscribir su nombre en la historia).

El 10 de marzo de 1789 zarparon de Australia, informando de su regreso a Francia en junio. Nunca regresaron. El misterio duró varios años, pues la Revolución Francesa impidió enviar expediciones de rescate, y no aparecían restos de naufragios. Seis años después se enviaron buques a saber qué era de las naves francesas, y avistaron diversas señales de humo en la isla de Vanikoro (Salomón), pero no pudieron desembarcar. Posteriormente, en 1826, un navío irlandés encontró en Tikopia (islas Santa Cruz) objetos que parecían pertenecer a la expedición, incluyendo una funda de daga con las iniciales de La Perouse. Habían sido intercambiadas con los indígenas de Vanikoro.

Estos indígenas contaron que años atrás un barco había encallado en los arrecifes, y que su compañero había sufrido igual suerte al acudir en su auxilio. El primero (La Bussoule) se hundió con su tripulación, pero el segundo había permitido rescatar distintos materiales para hacer una balsa en la que se hicieron a la mar sus tripulantes, excepto un "jefe" y su criado que se quedaron en la isla Vanikoro. De ninguno de ellos se supo nada jamás. Sin embargo, en la isla continuaron los hallazgos de objetos del Astrolabe, y finalmente en 2005 se identificó y autentificó formalmente el pecio del Astrolabio en la isla Vanikoro, dando fin así al enigma de uno de los grandes descubridores de la era dorada de la navegación.


Acuarela sobre Fabricio 12x18,5

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