domingo, 23 de octubre de 2011

Fotografía - puente romano de Simancas

Ayer celebrábamos el cumpleaños de mi madre Pitita, y nos juntamos todos los hermanos con mujeres, niños, y todo lo que les acompaña para comer en Boecillo. Cuando volvíamos a tomar algo en un merendero de Simancas, vimos esta vista desde el puente que cruza el río en dirección a Simancas: el río plano como una balsa reflejándolo todo, y al fondo sobre una ladera, el pueblo con su puente romano bajo él.
Un día bien aprovechado: tertulia con madre y hermanos, y una vista maravillosa.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Rotuladores - practicando un poco

El otro día leí un librito sobre técnicas de rotulador aplicadas al diseño. Así que raudo corrí a "robarles" a mis niños sus Stabilo para, junto a los Chroma que compré hace años a EEUU (carísimos) de color gris, ponerme a garabatear un poco. Usé los colores gris 50%, marrón oscuro, y ocre.

Os lo dejo, no por su valor artístico, sino por si os animáis a lanzaros con los rotus.

Rotulador sobre papel A3

viernes, 14 de octubre de 2011

Acuarela - paisaje

Un apunte rápido en la sesión del viernes pasado, antes de pintar a Mª. Ángeles.
La acuarela está llena de "coliflores", atentando contra todas las normas básicas de la acuarela, pero ¡siempre me han encantado!
Los colores están mucho más diluidos de lo que suelo hacer, así que voy a empezar a probar a pintar con tubos "frescos", en vez de llenar cartuchitos, que luego nunca hay forma de que el pincel coja mucha materia.

Acuarela sobre Canson A4

martes, 11 de octubre de 2011

Ilustrando a Emilio Salgari



 No sé si conocéis al grandísimo Emilio Salgari, uno de los escritores de novelas más conocidos en el mundo. Fue capaz de crear personajes que perduran hasta nuestros días, y de describir paisajes y aventuras en lugares exóticos ¡sin abandonar nunca su ciudad italiana!

Cuando yo tenía 8 años, los Reyes Magos me dejaron bajo el árbol dos pequeños libros suyos: "El desquite de Yáñez" y "El castillo de Clairmont". El segundo no lo abrí hasta mucho tiempo después, pues por alguna razón no quería leerlo no fuera que no cumpliera con el nivel tan altísimo que me dejó el primero. Y es que ¿cómo no quedarse toda la noche sin dormir leyendo un libro en el que hay pasajes secretos, árboles gigantes ahuecados, persecuciones por la jungla, tiroteos desde altas torres? Con ellos nació mi amor por la lectura. Ambos libros acabaron tan sobados que se desencuadernaron y fueron perdiendo las páginas hasta que hubo que tirarlos, así que he comprado online las mismas versiones que tuve en su día. Un verdadero placer releer una vez más (¿la vez ciento veinte?) estos libros. Y comprobar que las ilustraciones de Luis Vigil siguen siendo tan fantásticas como las recordaba.

"El desquite de Yáñez" pertenece a la saga de "Los tigres de Mompracem", donde Sandokán y sus piratas de la Malasia viven innumerables aventuras junto a otros grandes personajes: Yáñez el portugués, Kammamuri, la Rhani (mujer de Yáñez), la Perla de Labuán (el amor de Sandokán), Timul el Rastreador, el Rajaputra. Siempre todos ellos contra Shandia, el Rajá loco y alcoholizado...

Supongo que ahora ni se habla de estos libros en los colegios, no sea que los niños se traumaticen o sea políticamente incorrecto, pues en ellos muere un montón de gente (a veces de formas espantosas), se matan un montón de animales: cocodrilos, elefantes, caballos a cientos, pájaros, y todo lo que se mueve. Entonces no importaba que en la descripción de una batalla se contara que la gente muere, o que si te atrapan prisionero, tienes altas probabilidades de que te den matarile sin preguntarte si te traumatiza. O que se usaran los caballos para provocar una estampida y así proteger una trinchera, metiéndoles ceniza ardiendo en los oídos. Hoy en día los anti-caballunos se pondrían hechos unas fieras.

Bueno, pues tras releer "El desquite de Yáñez" me han entrado ganas de ilustrar uno de los pasajes más interesantes de la novela: la lucha en una vieja torre mongola erigida en mitad de la jungla, donde se han refugiado Kammamuri (el personaje principal), su guardaespaldas Rajaputra, Timul el Rastreador, y un gurú de una pagoda que han encontrado en el transcurso de la aventura que están viviendo. En esa torre se entabla un tiroteo en el cual los héroes acaban con unos cuantos bandidos que los están asediando. Me hace gracia que los "buenos" hacen uso de malicias que la Convención de Ginebra no admitiría: Kammamuri mata al capitán de los bandidos cuando se acerca a parlamentar bajo la promesa de un saco de arroz.

Así que llevo unos días dibujando a los personajes según yo los "veo" en mi imaginación según leía el libro, y es curioso: no creo imágenes definidas de los personajes de los libros que leo. Son imágenes difusas, casi iconos, pero muy claros en mi mente. Así que trasladarlos al papel es casi imposible, por lo que acudo a una mezcla de la descripción de Salgari y mi propia mente.

Están hechos con lápiz, y algunos coloreados con ceras plásticas de las de los niños (Plastidecor o Jovi), que dan unos tonos muy chulos de vez en cuando... Siento la distorsión en perspectiva de las fotos, pero aún están clavados los dibujos al tablero. Según avance con la ilustración definitiva iré poniendo más imágenes.

Lápiz y crayons (ceras plásticas) sobre papel A3.

lunes, 10 de octubre de 2011

Técnica mixta - Gonzalo H.

Uno de los encargos que recibí después de la exposición (a commision que dicen los angloparlantes): un retrato basado en la técnica que usé para los retratos de mi familia, y que realicé con una fecha de entrega bastante apretada. Parece que ha gustado mucho, lo cual me afianza en que ya he cogido cierto tino al retrato...

Siento no tener mejor foto (está distorsionada por arriba, y los blancos muy saturados), pero fue la que saqué con el móvil justo antes de ver al cuadro irse para siempre de mi lado...

Técnica mixta sobre papel Cardesín (70x60cm)

domingo, 9 de octubre de 2011

Cómo dibujar un búho

Siento no saber de quién es ésto que circula por internet, pero me encanta y por eso lo muestro. Hace un gran humor de los clásicos libros de dibujo:

1.- Draw some circles (dibuja algunos círculos)
2.- Draw the rest of the ****ing owl (dibuja el resto del p*to búho).

sábado, 8 de octubre de 2011

Dibujo automático


Hace tiempo compré un libro de Steven Aimone ("Expresive Drawing") que leí en su momento y aparqué después, pues no me pareció nada del otro mundo. He vuelto a darle otra oportunidad, y lo estoy leyendo con otra visión. Ya se sabe que los libros, como las películas y el arte, depende mucho también del momento en que se leen/ven/observan.

He aprovechado para hacer con el alba de cada día (los baños de Manuela y el cansancio general no me dejan otro momento) los ejercicios que va proponiendo el libro, y lo cierto es que me estoy divirtiendo mucho.

Los primeros ejercicios son muy básicos: dejarse llevar y pintar lo que la mano quiera (de ahí lo de "automatic drawing") sin prestar mucha antención. Se pueden cerrar los ojos incluso, o pintar con la mano opuesta a la habitual. Bien, estos ejercicios son bastante simples y no dan mucho juego.

Pero a partir del segundo capítulo la cosa se anima, y entra la diversión: incluir escritura, figuras comunes a tu universo, etc... (similar a lo que Basquiat hacía). Y ahí si que empiezas a divertirte de verdad. De hecho, en el primero de los dibujos que os muestro (70x50cm), he empleado mucho tiempo pintando, cubriendo, volviendo a pintar, recubriendo de nuevo...y parece que lo primero que escribiste o pintaste al fondo no sirve de nada, pero tú SABES QUE ESTÁ AHÍ. Y da una sensación reconfortante, no sé por qué...


Técnica mixta sobre papel Cardesín y políester.

martes, 4 de octubre de 2011

Acuarela diaria - Paul Gauguin

Antes de comentar la historia de Paul Gauguin, un pequeño apunte sobre la acuarela: en las sombras he experimentado con dos colores: siena natural y azul prusia. Casi siempre los había usado muy aguados, dando lugar a una especie de verde muy interesante. Al ponerlos hoy casi empastados, han dado lugar a un negro muy, muy bonito (véase el bigote, etc... del amigo Gauguin). Habrá que seguir experimentando...

En la última entrada hablaba de un cuadro de Paul Gauguin, quizás el habitante más famoso de las islas que tanto frecuentaron los expedicionarios de los que hablaba recientemente James Cook y La Perouse.

Paul Gauguin es famoso por dos cosas: por sus cuadros de hatitianas, y por haber sido compañero de Van Gogh durante una corta temporada, que acabó como el Rosario de la Aurora.

Gauguin nació en París en 1848 aunque muy pequeñito se trasladó a Perú donde vivió seis años, pues su madre tenía familia en Lima. Siempre recordaba con nostalgia esos años, y hablaba de visitar España, cuna de sus antepasados.

Inicialmente no tuvo gran interés en la pintura: se dedicó a trabajar como marino mercante y de guerra, recorriendo gran parte del globo, y posteriormente como buen burgués trabajó de agente de bolsa en París, casándose y teniendo cinco hijos. Es entonces, ya entrado en la treintena cuando se aficiona a la pintura, primero como coleccionista y luego como pintor. De hecho, pasa a estar tan obsesionado por la pintura que abandona todas las comodidades, familia y trabajo, para dedicarse en exclusiva a ella.

En 1886, pobre como una rata, se marcha al pueblo Pont Aven, donde se encuentra con una comunidad bastante grande de artistas, entre los que se encuentran Van Gogh, y Emile Bemard que será su gran amistad en la pintura. Intenta pintar "como los niños" como hacía entonces Rousseau con su naïf, pero de una forma más realista. En 1887 se marcha a Panamá con Laval a trabajar en la construcción del Canal de Panamá, donde enferma gravemente. Recala en la Martinica, donde empieza a pintar en el que será su estilo más reconocido llamado sintetismo (el pintor busca plasmar lo que guarda su memoria de un hecho real, pasado por el filtro de su personalidad y eliminando los detalles superfluos), neoimpresionista y de gran impacto en los fauvistas y los Nabis.

Vuelve a París ese mismo año, donde conoce a Theo Van Gogh y a su hermano Vincent. Theo hace de marchante de Gauguin, dándole cierto respiro económico, y Vincent propone que pasen juntos las Navidades en su casa de Arles para crear juntos. La convivencia es difícil (Van Gogh tenía problemas psíquicos, pero Gauguin debía ser un puñetero de mucho cuidado, criticando continuamente la obra de Vicent y su personalidad). Tras dos meses de continuas discusiones, personales y artísticas, tienen una pelea en el curso de la cual Van Gogh echa mano de una navaja de afeitar y acaba rebanándose el lóbulo de la oreja (no TODA la oreja, como mucha gente cree). La pelea tenía un origen más mundano: los dos estaban enamorados de la misma prostituta, por lo que la pintura no tuvo nada que ver. En 2009 surgió una nueva tesis: fue el propio Gauguin el que le cortó un trozo de oreja con su sable a Van Gogh, variando luego ambos la versión de lo ocurrido para no meterse en líos.

Gauguin escapa a París después de este episodio, pero se encuentra sin un euro en el bolsillo. Participa en una exposición "Impresionista y Sintetista" que es un gran fracaso. No vende ni un cuadro de todo lo que pinta, así que monta una subasta con los cuadros que le quedan para poder pagar un pasaje a Tahití. No se vende mal, e incluso Degás compra una de sus obras.

Se embarca así en 1891 hacia Tahití, paraíso terrenal ya colonizado por los franceses, que han extendido sus enfermedades y prostituido la bonhomía de sus habitantes. Gauguin hace que salga a recibirlo el embajador francés en Papetee como si en vez de un hombre arruinado y enfermo fuera un enviado del Gobierno Francés (ya digo que era un poco puñetero), y tras una primera época en la que actúa como un colono más (llega a decir: "estos tahitianos son mansos hasta la necedad") poco a poco el espíritu nativo cala en él.

Se deja querer por las cariñosas polinesias ("cada noche encuentro una muchacha diferente en mi cama, como poseídas por el demonio") y se echa una novia de 14 años (Annah) que lo acompañará a París en su siguiente vuelta a la metrópoli. Dedica todo su tiempo a pintar y a tratar de rescatar parte del legado cultural polinesio: hace una serie de esculturas en madera de los dioses tahitianos, de las que pocas sobrevivirán al pintor. Pero su vida no es ningún paraíso: además de la sífilis que le pegaron las amables indígenas, sufre una enfermedad en los ojos, además de diarreas y vómitos de sangre. Escribe al Gobierno Francés pidiendo su repatriación, que le es concedida.

Vuelve así a París en 1892, y la fortuna parece sonreírle: una exposición en Copenhague es un éxito, recibe una herencia de su tío Isidoro que le permite una vida desahogada, y su salud empieza a mejorar gracias a los hospitales parisinos. Sin embargo, tras dos años de recuperación, vuelve a dirigirse a la Polinesia, con un tobillo roto tras una pelea con marineros bretones (a sus años...) y habiendo pintado algunos cuadros con motivos tahitianos en su estudio parisiense.

En vez de quedarse en Papetee, se dirige a un pequeño pueblo del interior, donde sigue pintando. La buena racha se pasa: a su sífilis se une un alcoholismo galopante, y la bancarrota total. Incluso se permite rechazar una subvención francesa por considerarlo "una limosna" (lo que hablaba el otro día del artista y lo invendible). Además, las chicas polinesias ya no le dedican sus favores, pues es un hombre irascible y enfermo. Ésta última parece la razón de su migración a las Islas Marquesas en 1901: recuperar el favor de las chicas bonitas yendo a territorios nuevos. Los seguidores de Gauguin hablan de su "búsqueda de nueva inspiración" en los paisajes de las Marquesas.

Sea cual fuere la razón, Paul empieza a tener ganas de volver a su Europa natal: su salud se ha deteriorado tremendamente, casi no tiene fuerzas para pintar, una de sus hijas "europeas" ha muerto (ha tenido otra con Pau'ura, una joven de la isla), y se siente solo en esa tierra. Por si fuera poco, contrae la lepra (parece que el hombre atraía las enfermedades) e intenta suicidarse. Nunca volverá, pues el 8 de mayo de 1903 muere en Atuona con 55 años.

Gauguin dijo algo que reformularía después Picasso: "El arte es un plagio o una revolución".

Acuarela sobre Fabriano 12x18,5cm.