Según llegué vi, como es tradición, que toda la zona estaba infestada de hormigueros. Eso sí, estas hormigas eran pacíficas y no se extrañaron demasiado de ver a un pirado cargado con una silla de campaña, un caballete enorme y una bolsa más grande todavía, así que me dejaron en paz. Por si acaso no las perdí de vista mucho, y tiene algo de hipnótico el trajín de las hormigas: hileras larguísimas de pequeños bichitos negros circulando en ambas direcciones cargando con las cosas más insospechadas: ¿para qué querrán todas esas pajitas?¿harán cabañas de paja dentro de los hormigueros?¿y los trocitos de cuerda?¿serán aficionadas al bondage?
Respecto a la pintura, un consejo para los que pintáis del natural. Si vais a salir en un día caluroso, procurad que siempre de la sombra a la paleta, pues si da directamente el sol los óleos se vuelven más oleaginosos que de costumbre, y complica un poco su tratamiento si no se está acostumbrado a ellos.
En este apunte, además de colores terrosos he querido incorporar rosas que nunca había trabajado con ellos. No sé si se ven en la foto (la fotografía de pintura no es mi fuerte), pero quedan bien en el paisaje castellano. Esta vez me he animado menos con los naranjas porque ya había bastantes ocres y no quería saturar el cuadro.
En resumen, tres horas y tres cuartos de pintura bajo el sol en una agradable mañana de sábado, seguro que algo he aprendido, y al menos he disfrutado un montón.
Óleo sobre tabla 40x30 cm.